«No habría teatro si hubiera determinismo, yo soy antideterminista total, si hubiera una respuesta B a un estímulo A, no habría teatro porque sería siempre predecible. Lo hermoso de la conducta humana es que a un estímulo A hay una respuesta que tiende a infinito. Eso es lo hermoso del teatro, que permanentemente se pregunta todas las posibilidades de respuesta de conducta humana que tenemos».