Todos los monstruos de la Tierra. Bestiarios del cine y de la literatura recopila la fantástica y prolífica fauna que habita en nuestra imaginación como espectadores y lectores que disfrutamos de diferentes tipos de sustos y miedos. ¿Cómo orientarse, para elegir o huir, en medio de tanta oferta y variedad? Los bestiarios fueron catálogos «malogrados» que recogían las monstruosidades más destacadas de cada época histórica. Su idea sobrevive poéticamente en nuestros días como una posibilidad caleidoscópica, pero no totalizadora, en el estudio de los monstruos.
Adriano Messias, galardonado con el prestigioso premio Jabuti 2017 por esta obra, se adentra en el concepto y la delimitación del género fantástico investigando una larga tradición en torno a los monstruos que empieza en la Antigüedad clásica para llegar a nuestros días, haciendo un recorrido de lo fantástico en el cine y presentando multitud de análisis de películas estudiadas en el universo de la fantasfera. El autor aborda las formas de lo monstruoso de acuerdo especialmente con la perspectiva semiótica y psicoanalítica de los síntomas culturales de la sociedad, convirtiendo a los monstruos no solamente en un producto de la imaginación, sino en un signo que marca los momentos críticos del proceso político y social de las culturas. Así, los cuerpos de los monstruos y su función nos revelan un alto grado de significación, mostrando lo que la sociedad esconde y margina.
Presentación. Monstruos y bestias juntos… por el bien de la humanidad
Prefacio. El mostrador de los miedos de la Tierra
Tras las huellas de los monstruos
PARTE I. UNA ARQUEOLOGÍA DE LOS MONSTRUOS
1. Conceptualización
Fantástico: un concepto plural
Lo fantástico en la literatura
2. Una historia de monstruos
Unas alimañas fantásticas
De bestiarios y monstruos
Monstruos en el mundo antiguo
Polifemo y Escila: matrices de la monstruosidad clásica
Circe: la femme fatale griega
Los horrores y espantos del Medievo
Animales domésticos y salvajes
En el principio eran los monstruos…
La mujer como monstruo
De melusinas y madres del agua
Lo gótico, lo grotesco y lo quiroptérico
«Aquí hay monstruos»: los peligros del mar
Lo monstruoso y lo fantástico en la extrañeza de América
La influencia de los bestiarios en el Novus Mundus
Los miedos del mundo buffoniano-depauwniano
Noticias del bestiario brasileño
La sombra del monstruo en las luces europeas
Los terroríficos cuentos de hadas
Érase una vez el coco
La serpiente visceral y otros «invasores de cuerpos»
El cuerpo monstruoso en el siglo XIX
Los bestiarios del siglo XX
Cambio de paradigmas en relación con los animales
¿Qué so(m)bra de un hombre?
La urgencia de lo fantástico y lo fantástico urgente
3. De la instrumentación
El psicoanálisis como ojo para lo fantástico
La semiótica psicoanalítica
Breve psicoanálisis del miedo
Lo extraño familiar
PARTE II. LO FANTÁSTICO EN EL CINE
1. Un cuerpo tentacular
De las dificultades clasificatorias
La avant-garde de los estudios sobre el fantástico en Francia
Las dos vías de los mitos fantásticos
Fantástico, género evanescente
2. Un palimpsesto monstruoso
La narrativa cinematográfica
Origen y recorrido del cine fantástico
De la caverna platónica a las soirées parisinas
La precinematografía
El primer cine (1895-1907)
Del tren de los Lumière al Viaje a la Luna
Los vampiros de Louis Feuillade
El fantástico americano antes y durante los años veinte
Animaciones: un semillero para lo fantástico
Las animaciones en Brasil
La revolución Disney
El fantástico conquista Alemania
Los años treinta: la galería de los monstruos
Eclipse de los monstruos clásicos: los años cuarenta
La década de 1950: la llegada de los alienígenas
Monstruos gigantes y fantasmas resentidos: el cine japonés
Años sesenta: la Hammer y el nacimiento del gore
El reconocimiento de Hitchcock
El fantástico en los años setenta
Los inolvidables años ochenta
Años noventa: presagios de una tragedia anunciada
El cine fantástico en el siglo XXI
Remakes
Falsos documentales
Películas de violencia gratuita
El monstruo real: el 11 de septiembre
PARTE III. LO FANTÁSTICO EN EL CINE POS-2001
1. El mundo de hoy: la fantasfera
El bestiario de la fantasfera
Bienvenidos a Zombilandia
Alien, pasajero de primera clase
Las variadas criaturas biotecnológicas
Un avatar es un «cuerpo» segundo
Un avatar necesita mediación
El cuerpo de un avatar es animado por una mente a partir de un cuerpo matriz
Un avatar es, antes que nada, forma y no una función o representación
Quimeras contemporáneas
La actualización de las damas melusianas
Ogros, cocos y troles: todo lo que un niño quiere ser
Monstruos de talla grande
Seres crepusculares
Los fantasmas todavía nos divierten
El inferno está aquí: diablos en su salsa
Cuando la luz se apaga, ¿dónde nos escondemos?
Agradecimientos
Bibliografía
Filmografía
Tras las huellas de los monstruos
Los monstruos siempre han sido, para mí, una inquietud personal, deliciosa e instigadora. Como tema de estudio, pedían un análisis intenso mediante miradas polifacéticas que pudieran rastrear su exterior e interior. El soporte cinematográfico se convirtió en algo obvio para tal acometida; a fin de cuentas, no hay ningún otro sitio en la contemporaneidad en el que un monstruo se muestre tan bien. Si la literatura forjó seres fantásticos profusamente en el siglo XIX, considero que, en los siglos XX y XXI, el cine ha sido el gran criadero de bestiarios. Su influencia ha sido tan avasalladora que la literatura denominada fantástica es hoy su gran deudora. En esta línea de raciocinio, me parece posible afirmar que, si la literatura expresó los síntomas de la cultura en el siglo XIX, el cine lo hizo en el siglo XX y lo viene haciendo en el XXI; al fin y al cabo, sus ingenios están mucho más cerca del sueño que los de una obra literaria, si pensamos que su materia prima es, básicamente, la imagen visual.
Mi objetivo general en este trabajo ha sido el de analizar algunas películas de la primera década del siglo XXI —con una tolerancia de algunos años a más— en lo concerniente a la presencia de formas monstruosas provenientes de la imaginación en torno de lo fantástico, siempre contundentes y numerosas. En cuanto a un objetivo específico, he buscado entender cómo lo fantástico, en la materialidad de sus personajes, fue actualizado, reinventado y fabulado, mediante el soporte de una comprensión de base semiótico-psicoanalítica.
Por medio de la presentación de una cierta «arqueología» de diversas manifestaciones culturales de seres fantásticos (desde la Antigüedad, pasando por la Edad Media, por el Renacimiento, por el ultrarromanticismo del siglo XVIII, por la asunción de cuestiones del cuerpo cambiante en el XIX, hasta nuestros días), estudié la fuerza con la que determinadas representaciones de lo fantástico todavía se manifiestan, plasmadas en las cintas seleccionadas. También he intentado localizar, delimitar y explicar las manifestaciones del catastrofismo en el vasto panorama del cine fantástico como una de las tendencias dominantes en el periodo seleccionado.
Si, en gran parte de las ficciones fantásticas, el personaje humano se vio o se sintió observado por algún monstruo que estaba al acecho, aquí he tenido la dedicación de mirar a la criatura que causa el pavor, diseccionar su conformación híbrida y, tantas veces, lo aparentemente innominable, tanto bajo la instrumentación de la semiótica psicoanalítica como de otros campos del saber, como los estudios cinematográficos, la filosofía y la antropología.
Llegué, concomitantemente con lecturas diversas y con el conocimiento previo de muchas películas, a seleccionar un corpus de temática fantástica producido durante la primera década del siglo XXI. Establecí, no como criterio, sino únicamente como una variable de carácter simbólico para mi recorte, el 11 de septiembre de 2001. Esa fecha se convirtió, para toda la cultura mundial, en un antes y un después: tal vez ahí empezó el nuevo siglo. El fin del recorte temporal lo establecí en 2011, por lo que te encuentras ante diez años de cinematografía desmenuzada.
La profusión de films fantásticos lanzados durante el periodo elegido —lo que justifica la variada selección de los materiales estudiados— mereció una mirada que partiese de la localización y detección de los seres monstruosos que vinieron a poblar el universo cinematográfico de forma torrencial. Estudié las similitudes que tales seres mantuvieron entre sí, las formas por las que se presentaron, los niveles de invencionismo alrededor de ellos o, incluso, su vínculo con una cierta tradición de configuración en el amplio género fantástico. También, principalmente, busqué ver lo que esas películas —que inspiraron muchas veces series de vampiros, de seres de la mitología antigua y medieval, y de zombis famélicos, por ejemplo— pudieron decir sobre el mundo que se revelaba ante el nuevo siglo, desde 2001.
Al estudiar los monstruos —tanto en la cultura, de forma general, como en el cine y en la literatura, basándome, para ello, en investigadores de relevancia—, empecé señalando la existencia de un cierto bestiario cinematográfico contemporáneo constituido por monstruos que, mediante esfuerzos analíticos con respaldo teórico, vine a considerar paradigmáticos. Planteé, desde el comienzo, la hipótesis de que las representaciones de lo fantástico reflejan y demarcan las peculiaridades de la época enfocada y, por consiguiente, me sentí impulsado todo el tiempo a trabajar en torno a una cierta sintomatología de la cultura perceptible en el cine, inspirado por análisis que parten de ideas discutidas por Lacan y Žižek, por ejemplo, precipuamente. Al avanzar con las investigaciones, cuando analicé las películas, lograba, pues, encontrar ayudas para la elaboración de un «nuevo bestiario» que, a pesar de tener un fuerte y evidente matiz apocalíptico y catastrófico, proporcionó igualmente otras conformaciones que dicen mucho sobre la contemporaneidad. Los seres fantásticos —de los más horrendos a los más sutiles—, reavivados y recreados por la fuerza e ingeniosidad de las tecnologías del cine, ofrecieron mucho sobre el mundo comunicacional de nuestros días, de tal forma que propuse, en este trabajo, el término fantasfera (la gran esfera de lo fantástico), acuñado por mí, para denominar el vasto material disponible sobre las creaciones y criaturas de mi interés.
Presupuesta la analogía entre el sueño y el cine, anteriormente señalada, los análisis desarrollados fueron en gran medida formales y tuvieron, también como ya he subrayado, el apoyo de la semiótica psicoanalítica, hábil en ayudar a comprender las consecuencias de los signos culturales para el sujeto —el ser de la cultura—. Aquí me apoyo en las ideas de Žižek, cuando el filósofo escribe:
Se trata de eludir la fascinación propiamente fetichista del «contenido» supuestamente oculto tras la forma: el «secreto» a develar mediante el análisis no es el contenido que oculta la forma (la forma de las mercancías, la forma de los sueños), sino, en cambio, el «secreto» de esta forma.
Žižek discurre sobre la forma utilizando a Marx y a Freud en sus ejemplificaciones, y coincide con el padre del psicoanálisis cuando este propone, acerca del análisis de los sueños, que «nos hemos de deshacer de la fascinación por este núcleo de significación, por el “significado oculto” del sueño —es decir, por el contenido encubierto tras la forma de un sueño— y centrar nuestra atención en esta forma».
Así pues, defiendo la propuesta zizekiana-freudiana de que lo que debe interesar es el secreto de la propia forma y no lo que presuntamente se oculta tras ella. En esa dirección, abordo las representaciones de los síntomas de la cultura encarnados en los seres monstruosos. Al fin y al cabo, el monstruo es siempre lo otro de lo humano, al igual que los animales y, ¿por qué no?, también los objetos. Por ejemplo: en los años cincuenta, lo «otro» de lo americano macartista se vio proyectado en las formas horripilantes y escarlatas de los marcianos de la ciencia ficción cinematográfica.
Desde el inicio de este estudio, me enfoqué en los múltiples seres a los que se les atribuyen características monstruosas y, con ello, se fue dejando de lado el matiz de las construcciones que se acercan más al humor y a la sátira. Debido a que las nomenclaturas que revisten lo fantástico son numerosas y contradictorias —ya que, entre otros factores, se modifican de acuerdo con el contexto teórico—, no me adentré en el peligroso e infernal terreno de las subcategorizaciones. Explicito, por lo tanto, mi criterio formal en busca de las representaciones del monstruo y quiero dejar claro, desde este momento, que hui de la vana ambición de categorizar las diferentes manifestaciones del monstruo y de lo inverosímil para centrarme en el «protogénero de lo fantástico», el cual engloba géneros variados, como el terror y la ciencia ficción. Aun así, tuve el cuidado de presentar, a modo de estado del arte, algunos de los esfuerzos que invirtieron diversos estudiosos en su afán de establecer clasificaciones para lo fantástico y lo monstruoso, todas dotadas, no obstante, de fragilidades.
Este libro se divide en tres partes —organizadas en subcapítulos— y concluye con unas consideraciones finales. La primera parte tiene tres temas-guía: el primero se pasea por la problemática en torno al concepto y delimitación del género fantástico; seguidamente, se investiga una larga tradición en torno a los monstruos, empezando en la Antigüedad clásica y llegando hasta nuestros días. Con todo, el avance textual se realiza no solo cronológicamente, sino mediante comparaciones con formas y manifestaciones de lo monstruoso contemporáneo, además de discusiones de cariz psicoanalítico y semiótico, lo que anticipa, a menudo, algunos de mis sesgos analíticos. El tercer tema se encamina hacia la pertinencia de los estudios freudo-lacanianos en el marco del monstruo en el cine y en la literatura.
La segunda parte del libro trata específicamente de los recorridos de lo fantástico en el cine, arrancando con los espectáculos de fantasmagorías y los precines, y avanzando hasta el cine actual. También aquí se discuten, con más vigor, las dificultades clasificatorias de lo fantástico en el ámbito cinematográfico. El texto finaliza con comentarios sobre el terrorismo y el 11 de septiembre.
La tercera parte presenta los análisis de las películas estudiadas en el universo de la fantasfera. En ella, se incluyen capítulos que abordan de forma específica las cintas relacionadas. En ese momento es donde se piensan, de manera más contundente, las formas de lo monstruoso de acuerdo con la perspectiva de los síntomas culturales. Seguidamente, las consideraciones finales señalan el esfuerzo de síntesis de todo el estudio desarrollado alrededor del monstruo y de lo monstruoso.
Adriano Messias (Lavras, Minas Gerais, Brasil) es escritor e investigador. Tiene un posdoctorado en Tecnologías de la Inteligencia y Diseño digital y es doctor en Comunicación y Semiótica, ambos por la Pontificia Universidade Católica de São Paulo. Ha sido investigador invitado en la Université Paris 8, la Université Paris 3, la Universidad de Buenos Aires y la Universitat Autònoma de Barcelona. Ha recibido varios premios, entre ellos el premio Jabuti en 2017, el más importante en el área de Comunicación en lengua portuguesa por el libro que presentamos. Sus campos de investigación incluyen los nuevos síntomas de la cultura a través de la interacción entre semiótica, psicoanálisis y cine. Además, es autor de más de noventa títulos de ficción para niños y jóvenes.
Para contactar con el autor: adrianoescritor@yahoo.com.br
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